Guatemala es un país multiétnico, pluricultural y multilingüe en el que conviven 25 grupos étnicos, de los cuales 22 tienen origen maya y el resto se dividen en xinka, garífuna y ladino. Cada grupo étnico tiene su propio idioma, 22 idiomas mayas y los idiomas xinka, garífuna y español. Esto también significa que cada grupo étnico ha generado sus propios conocimientos durante generaciones y cuenta con diversos saberes ancestrales; sin embargo, no todos estos conocimientos han sido bien recibidos durante la historia de Guatemala. Este hecho nos lleva a la necesidad de iniciar con un reconocimiento del enfoque de los pueblos originarios para pasar a la debida promoción y la aplicación de sus conocimientos y saberes ancestrales para lograr la efectiva articulación del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología.
Para avanzar en este reconocimiento, promoción y aplicación del conocimiento de los pueblos originarios es indispensable comprender que este proceso no puede realizarse mediante una simple descripción, pues el inicio de la compresión de los saberes ancestrales conlleva un proceso que inicia por el respeto de dichas creencias y prácticas y pasa por la vivencia de esa cosmovisión, en la que la intuición y el sentir se complementan con el pensamiento para generar el propio conocimiento y la forma de percibir el mundo.
Teniendo en cuenta que los sistemas nacionales de ciencia y tecnología tenemos la gran responsabilidad de aportar nuevo conocimiento para la solución de problemas nacionales, es importante que, como autoridades gubernamentales, tomemos en cuenta las necesidades propias de cada territorio y promovamos la participación de las comunidades, con su respectiva pertinencia cultural y lingüística, en la propuesta de soluciones a sus principales retos. Sobre todo, debemos partir desde el reconocimiento y el respeto del conocimiento que ha sido transferido de generación en generación en los pueblos originarios.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en el año 2013, realizó el simposio internacional Articulación del conocimiento tradicional en las políticas públicas de ciencia, tecnología e innovación en América Latina, evento en el que se llegó a las siguientes conclusiones con respecto a los conocimientos ancestrales:
- Debemos partir del reconocimiento de la invisibilización histórica de los saberes ancestrales y tradicionales, causados por la falta de diálogo y por la práctica de discutir (más que dialogar) basados en una relación asimétrica entre instituciones de desarrollo convencionales y las comunidades locales.
- Debemos promover verdaderos diálogos de saberes a un nivel horizontal como eje fundamental para las políticas nacionales científicas y tecnológicas.
- Necesitamos utilizar los conocimientos ancestrales para la solución de problemas y retos que afronta cada población.
Ocho años después, estas conclusiones permanecen vigentes. Sabemos que para continuar con el desarrollo humano en todos sus niveles es necesario encontrar formas creativas e innovadoras para reforzar y potenciar los descubrimientos científicos y tecnológicos actuales, con el objetivo final de que este desarrollo alcance a todas las comunidades y a toda la población, sobre todo a aquellos que, hasta hoy, no han sido beneficiados con estos avances. Este desarrollo puede y debe potenciarse con los descubrimientos y los conocimientos de nuestros ancestros.
La articulación de los saberes ancestrales con las políticas nacionales de ciencia, tecnología e innovación debe ser una prioridad para todos los Estados, especialmente en países con tanta diversidad como los de la región latinoamericana. Este es el caso de Guatemala, donde 44 por ciento de nuestra población se identifica como indígena. Aquí y en tantos otros países latinoamericanos, el conocimiento ancestral contiene nuestra historia, nuestras raíces.
Es imposible hablar de desarrollo científico y tecnológico de una nación sin tomar en cuenta la sabiduría contenida en la memoria histórica de nuestros pueblos, como base de nuestra propia cultura e identidad.
La urgente y necesaria transición hacia una sociedad del conocimiento nos llama a integrar la ciencia y la tecnología modernas y la ciencia y la tecnología milenarias de los pueblos originarios, ya que ambas son complementarias. Solamente lograremos sociedades justas e inclusivas cuando nadie se quede atrás. Este primer reconocimiento e integración son los pasos más importantes y estamos llamados a darlos.