El uso de cuentas bancarias para el lavado de dinero se duplica en la región, impulsando la necesidad de mayor vigilancia y regulación en el sector fintech.

La digitalización del sector financiero en América Latina ha abierto la puerta a nuevas oportunidades de crecimiento para bancos, fintechs y proveedores tecnológicos. Sin embargo, el auge de las transacciones electrónicas también ha dado paso a un fenómeno alarmante: el uso de cuentas mulas para actividades ilícitas se ha duplicado en el último año, representando un serio desafío para la seguridad del ecosistema financiero.
Según un reciente informe de BioCatch, empresa especializada en inteligencia biométrica conductual, en 2024 se detectaron más de dos millones de cuentas mulas en 257 instituciones financieras de 21 países de la región. La magnitud del problema es tal que el 90% de las transacciones realizadas a través de estas cuentas están directamente vinculadas con delitos como fraude financiero, estafas digitales y lavado de dinero.
El informe también reveló un dato preocupante: el 78% de las cuentas mulas identificadas pertenecen a personas menores de 21 años. Este hallazgo indica que los ciberdelincuentes están explotando la inexperiencia y vulnerabilidad de los jóvenes, reclutándolos a través de redes sociales, plataformas de empleo y esquemas de ingresos fáciles.
Factores que impulsan el crecimiento de las cuentas mulas en Latinoamérica
La proliferación de cuentas mulas no es un problema aislado, sino el resultado de una combinación de factores socioeconómicos, tecnológicos y regulatorios. De acuerdo con Cassiano Cavalcanti, Director de Preventas para LATAM de BioCatch, la crisis económica y la falta de educación financiera han jugado un papel clave en la expansión de esta práctica fraudulenta.
“Muchos jóvenes y adultos en situación de vulnerabilidad aceptan participar en estas redes sin comprender las consecuencias legales. Algunos simplemente prestan sus cuentas bancarias para recibir transferencias sin saber que están facilitando operaciones ilícitas. Otros, en cambio, son captados mediante tácticas de ingeniería social y manipulación emocional para realizar transacciones fraudulentas”, explicó Cavalcanti.
Además, el crecimiento de las billeteras digitales y plataformas de pago instantáneo ha acelerado el problema. En países como México, Argentina, Panamá, Colombia y Perú, la adopción de sistemas de pago digital ha crecido exponencialmente, permitiendo transacciones rápidas pero con controles insuficientes para detectar actividades sospechosas.
El informe de BioCatch destaca tres tendencias preocupantes que han facilitado el auge de las cuentas mulas en la región:
- Uso de identidades falsas o robadas: La falsificación de documentos y la compra de credenciales en la dark web han permitido a los delincuentes abrir cuentas en bancos y fintechs sin verificación presencial.
- Transferencias fragmentadas: Para evadir controles antilavado de dinero, los fondos ilícitos se dividen en múltiples transacciones pequeñas, dificultando su rastreo.
- Uso de criptomonedas: Algunos grupos criminales utilizan monedas digitales como Bitcoin y Monero para mover dinero entre cuentas sin dejar rastro en el sistema financiero tradicional.
Regulación y cumplimiento: un desafío pendiente para las autoridades
A pesar de los esfuerzos de los gobiernos y organismos financieros por fortalecer las regulaciones antilavado de dinero (AML, por sus siglas en inglés), los marcos normativos en América Latina siguen siendo insuficientes para abordar el problema de las cuentas mulas de manera efectiva.
Josué Martínez, Global Advisor de BioCatch, explicó que, si bien existen normativas AML en la mayoría de los países de la región, su aplicación varía significativamente y en muchos casos no contempla la evolución del crimen financiero en entornos digitales.
“La falta de armonización en las regulaciones entre países y la implementación inconsistente de las normativas existentes han permitido que las actividades ilícitas prosperen sin consecuencias severas para los responsables. Se requiere una mayor colaboración entre bancos, fintechs y organismos gubernamentales para frenar este fenómeno”, comentó Martínez.
El experto también advirtió que, sin sanciones más estrictas y herramientas de monitoreo avanzado, la situación podría empeorar en los próximos años. “El delito evoluciona a la par de la tecnología. Si los gobiernos no refuerzan la supervisión y las instituciones financieras no invierten en detección temprana, el problema seguirá creciendo”, agregó.
Tecnología y biometría conductual: claves para combatir el fraude financiero
Ante la magnitud del problema, las instituciones financieras están recurriendo a soluciones avanzadas de inteligencia artificial y análisis de comportamiento para identificar y bloquear cuentas mulas en tiempo real.
La biometría conductual se ha posicionado como una de las estrategias más efectivas en este campo. A diferencia de los métodos tradicionales de autenticación, que dependen de contraseñas o datos estáticos, la biometría conductual analiza patrones de uso, velocidad de escritura, movimientos del cursor y otros indicadores para detectar actividad sospechosa.
“Esta tecnología nos permite identificar anomalías y prevenir fraudes antes de que ocurran. Por ejemplo, si un usuario repentinamente comienza a realizar transferencias a múltiples cuentas nuevas en un corto período, el sistema puede activar alertas y bloquear la transacción automáticamente”, explicó Martínez.
Otras estrategias que están adoptando las instituciones incluyen:
- Análisis de redes de transacciones: Identificación de vínculos entre cuentas sospechosas mediante inteligencia artificial.
- Bloqueo de dispositivos comprometidos: Si se detecta actividad fraudulenta desde un dispositivo, se puede restringir su acceso a la plataforma.
- Educación y sensibilización del usuario: Campañas para alertar a los clientes sobre los riesgos de prestar sus cuentas bancarias.
Un problema que exige una respuesta coordinada
El crecimiento de las cuentas mulas en Latinoamérica representa un desafío urgente para bancos, fintechs y reguladores. La combinación de factores económicos, la sofisticación de los ciberdelincuentes y la falta de regulación efectiva ha permitido que el fraude financiero se expanda de manera preocupante en la región.
Si bien las instituciones están implementando soluciones tecnológicas avanzadas para detectar y prevenir estos delitos, el problema no podrá resolverse sin una acción conjunta. La colaboración entre actores del sector financiero, organismos reguladores y proveedores tecnológicos será clave para frenar esta tendencia y garantizar un ecosistema digital más seguro y confiable.
Mientras la región continúa avanzando hacia la digitalización financiera, el reto será encontrar un equilibrio entre la inclusión, la innovación y la seguridad, asegurando que los avances tecnológicos no sean aprovechados por quienes buscan explotar vulnerabilidades del sistema.