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Colombia avanzó en conectividad digital, pero los ISP enfrentaron desafíos estructurales para garantizar acceso universal y seguro 

Aunque la expansión de la fibra óptica y los centros de datos fortaleció la infraestructura digital del país, el acceso desigual, la ciberseguridad y la sostenibilidad se mantuvieron como desafíos clave para los proveedores de servicios de internet. El mercado demandó mayor velocidad, cobertura y resiliencia tecnológica en un entorno digital cada vez más exigente. 

Imagen: Cirion

Durante 2024 y comienzos de 2025, el ecosistema digital colombiano experimentó una transformación marcada por la necesidad de cerrar brechas históricas en conectividad y, al mismo tiempo, responder a una demanda cada vez más intensa por parte de hogares, empresas y entidades públicas. Los proveedores de servicios de internet (ISP) jugaron un rol protagónico en esta transición, enfrentando desafíos técnicos, económicos y sociales para mantener la competitividad en un entorno marcado por la modernización de redes y la creciente sofisticación de los ciberataques. 

Uno de los principales ejes de esta transformación fue la expansión de la red de fibra óptica. Según datos del Ministerio TIC, hacia diciembre de 2023 Colombia contaba con 17 suscripciones a banda ancha fija por cada 100 habitantes. Sin embargo, solo el 36,9 % de estas correspondían a conexiones a través de fibra óptica, lo que representaba alrededor de 6,3 líneas por cada 100 habitantes. Esta cifra, aunque en crecimiento, expuso una brecha estructural: más de la mitad del país seguía sin acceso a una conectividad de alta calidad y velocidad, particularmente en regiones rurales o apartadas. 

Este escenario incentivó a los ISP a acelerar sus planes de despliegue y actualización tecnológica. La interconexión con cables submarinos y con centros de datos estratégicamente distribuidos en el territorio nacional fue una de las principales apuestas del sector. Dichas infraestructuras permitieron mejorar el tránsito de datos, reducir la latencia y ofrecer servicios más estables y competitivos. Esta evolución técnica resultó clave para satisfacer las exigencias de sectores como educación, salud, comercio electrónico, teletrabajo y servicios financieros, todos ellos altamente dependientes de una conectividad confiable. 

Según Juan Manuel González, Director de Data & Internet para el Clúster Andino de Cirion Technologies, la capacidad de interconexión regional fue uno de los elementos más importantes para escalar el ecosistema digital colombiano. “Desde Cirion, trabajamos en la expansión de nuestra red de fibra óptica con mayor alcance y menor latencia, facilitando la interconexión con más de 160 data centers en la región. Además, ofrecemos soluciones como Dark Fiber y Wavelengths para que los ISPs puedan escalar su capacidad de manera flexible y mejorar la cobertura en mercados clave”, explicó. 

A pesar del progreso, los retos en ciberseguridad se intensificaron. El crecimiento del tráfico digital incrementó la superficie de ataque para amenazas como el ransomware y los ataques DDoS. Los ISP respondieron reforzando sus capas de protección con tecnologías como Secure SD-WAN, Cloud WAAP, firewalls de próxima generación e inteligencia artificial aplicada a la detección temprana de anomalías. Estas inversiones no solo protegieron la infraestructura crítica, sino que también fueron clave para mantener la confianza del usuario final. 

Otro desafío persistente fue la conectividad en regiones de difícil acceso. Las barreras geográficas, junto con los altos costos de implementación y mantenimiento, frenaron la expansión de redes en zonas rurales y de baja densidad poblacional. En respuesta, algunos operadores adoptaron estrategias de conectividad híbrida, combinando enlaces satelitales con despliegues terrestres para garantizar una cobertura mínima en áreas históricamente marginadas. 

Los centros de datos adquirieron también una relevancia creciente, no solo como puntos de interconexión sino como motores de eficiencia digital. Su modernización incluyó elementos como automatización, virtualización, escalabilidad modular e integración con arquitecturas híbridas y multi-nube. Esto permitió a los ISP procesar datos localmente, optimizar la distribución de contenidos y reducir costos operativos, al tiempo que ofrecieron mayor disponibilidad y continuidad en los servicios. 

Desde el punto de vista comercial, la presión de los consumidores por recibir servicios más rápidos y confiables transformó el modelo de negocio tradicional de los ISP. Se observó una evolución desde el enfoque de “proveedor de acceso” hacia el de “facilitador de servicios digitales integrados”. Esto obligó a muchos actores del mercado a redefinir sus propuestas de valor, incorporando servicios como protección de endpoints, nube privada, CDN, servicios gestionados y conectividad empresarial personalizada. 

En términos de sostenibilidad, el debate también se hizo presente. La operación de redes y centros de datos más eficientes en consumo energético se volvió prioritaria. Algunas empresas comenzaron a adoptar fuentes de energía renovable, sistemas de enfriamiento inteligente y prácticas de economía circular para minimizar el impacto ambiental de sus operaciones, en línea con las metas globales de carbono neutro. 

Además, la regulación mantuvo un papel importante en la evolución del ecosistema digital colombiano. Las políticas públicas orientadas al fomento de la competencia, incentivos fiscales para la expansión de redes en regiones prioritarias, y marcos normativos sobre protección de datos y neutralidad de la red, impactaron directamente la capacidad de los ISP para operar, innovar y expandirse. 

El panorama de la conectividad en Colombia hacia 2025 mostró una clara evolución tecnológica, pero también evidenció brechas estructurales que exigieron respuestas innovadoras por parte del sector. Los ISP enfrentaron el desafío de escalar su infraestructura, asegurar sus redes y diversificar su oferta en un mercado cada vez más exigente. La colaboración entre fabricantes, mayoristas, operadores, gobierno y reguladores será clave para cerrar la brecha digital, consolidar un ecosistema resiliente y avanzar hacia una conectividad verdaderamente inclusiva, segura y sostenible. 

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