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Expertos alertan incremento de los fraudes digitales durante periodos de inestabilidad económica 

En el último mes se evidenció un repunte en las estafas cibernéticas vinculadas al comercio digital, las cadenas de suministro y los esquemas de inversión. La desinformación y la urgencia comercial crearon un entorno favorable para el delito digital. 

Imagen: Kaspersky

En medio de un contexto económico marcado por la volatilidad y la incertidumbre, los incidentes relacionados con estafas digitales aumentaron de manera significativa, según reveló un análisis realizado recientemente por especialistas en seguridad informática. La tendencia, que afecta tanto a consumidores como a actores clave del ecosistema tecnológico —como fabricantes, mayoristas y canales—, plantea serios desafíos operativos y reputacionales. 

Fabio Assolini, director del Equipo Global de Investigación y Análisis (GReAT) para América Latina, explicó que los entornos financieros inestables generan un caldo de cultivo ideal para el fraude digital. Durante estos periodos, las personas y empresas tienden a tomar decisiones apresuradas, ya sea por miedo a pérdidas o por intentar aprovechar aparentes oportunidades comerciales. Este comportamiento es explotado por ciberdelincuentes que adaptan sus tácticas a las condiciones del mercado. 

Uno de los principales focos detectados fue el comercio electrónico. La expectativa de que ciertos productos subieran de precio llevó a un aumento en la búsqueda de ofertas online, lo que fue aprovechado por redes criminales para desplegar campañas de phishing y sitios web falsos. Estos portales, diseñados para parecer auténticos, ofrecían descuentos urgentes con mensajes como “última oportunidad antes del arancel”, generando una falsa sensación de urgencia. Como resultado, muchos usuarios entregaron sin saberlo sus datos bancarios o información sensible. 

En el caso del sector empresarial, los riesgos se ampliaron a lo largo de la cadena de suministro. Las interrupciones logísticas obligaron a múltiples compañías a buscar proveedores alternativos en plazos muy cortos, a menudo sin realizar procesos rigurosos de verificación. Esta situación facilitó la entrada al mercado de productos falsificados, incluidos dispositivos tecnológicos que contenían malware integrado desde fábrica. Uno de los casos más preocupantes fue la detección de teléfonos Android apócrifos, distribuidos por canales no oficiales, con variantes del troyano Triada preinstalado en el firmware. Este malware permitía a los atacantes obtener control total sobre los dispositivos, acceder a activos digitales, interceptar comunicaciones y suplantar identidades en redes sociales. 

A esta problemática se sumó el incremento de estafas en el ámbito de las inversiones. En un entorno donde los activos digitales, como las criptomonedas, tienden a valorizarse frente a la incertidumbre, surgieron múltiples esquemas fraudulentos que prometían rendimientos excepcionales. Algunas campañas se presentaron a través de plataformas sociales, mensajes directos o correos electrónicos con apariencia institucional. En uno de los casos documentados, una publicación no confirmada sobre una posible suspensión de aranceles provocó un movimiento especulativo que manipuló temporalmente el valor de activos bursátiles, antes de ser desmentida por fuentes oficiales. 

Este fenómeno no solo afecta a consumidores individuales. Empresas del canal tecnológico también están expuestas a amenazas similares, especialmente aquellas que manejan inventario de dispositivos electrónicos, plataformas de e-commerce, servicios financieros o integraciones con sistemas de pago. El uso de fuentes no verificadas, la presión por mantener competitividad en precios y la aceleración en los procesos de compra/venta son factores que amplifican la exposición al riesgo. 

El análisis concluyó con una serie de recomendaciones generales para todos los actores del ecosistema. Entre ellas, se destacó la necesidad de revisar las políticas internas de verificación de proveedores, implementar capas adicionales de ciberseguridad en dispositivos de punto final, capacitar al personal en la identificación de intentos de fraude y utilizar canales de comunicación oficiales para cualquier operación sensible. 

A medida que el entorno económico global continúa fluctuando, el refuerzo de buenas prácticas de seguridad se posiciona como una necesidad estructural para los sectores productivos y de distribución tecnológica. Entender cómo operan los ciberdelincuentes en contextos de alta incertidumbre no solo permite mitigar riesgos, sino también proteger la continuidad operativa y la confianza en las relaciones comerciales a lo largo de toda la cadena. 

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