Colombia Consultor TIC Revistas Soluciones de Consumo

Millenials: entre la confianza digital y la vulnerabilidad emocional, la generación más expuesta a los engaños en línea 

Aunque se perciben como hábiles y expertos digitales, los millennials están siendo víctimas recurrentes de estafas en línea, según un estudio de Kaspersky. La necesidad de conexión, la exposición emocional en redes y la confianza en comunidades digitales están debilitando su capacidad de autoprotección en entornos virtuales cada vez más sofisticados. 

Imagen: Kaspersky

Los millennials, generación nacida entre 1981 y 1996, han sido durante años catalogados como pioneros del entorno digital. Fueron los primeros en crecer con redes sociales, mensajería instantánea y dispositivos móviles. Pero esa familiaridad con la tecnología no los ha blindado ante una creciente ola de engaños, fraudes y manipulaciones digitales. 

Un reciente informe de Kaspersky, titulado Reality Check, reveló que el 60 % de los millennials en América Latina ha sido víctima de algún tipo de engaño digital, incluyendo fraudes financieros, catfishing, robos de identidad o suplantación de perfiles en redes. El dato contradice la idea generalizada de que la experiencia tecnológica garantiza seguridad en el entorno online. 

“La confianza que sienten los millennials en su capacidad para navegar internet puede estar jugando en su contra. A veces, la familiaridad lleva a la relajación de hábitos críticos”, explicó Carolina Mojica, gerente de productos para el consumidor en Kaspersky América Latina. 

¿Expertos digitales o generación sobreexpuesta? 

El informe muestra que el 71 % de los millennials se considera “el experto en tecnología” de su familia o entorno cercano. Son quienes configuran los dispositivos, instalan el software de seguridad y recomiendan aplicaciones. Sin embargo, esa percepción de dominio no siempre está acompañada de comportamientos seguros. 

Más preocupante aún es que el 70 % admite no verificar siempre la autenticidad de los perfiles con los que interactúa en línea. Esto los expone a un amplio espectro de engaños que, en muchos casos, no requieren habilidades técnicas sofisticadas, sino apenas construir narrativas emocionalmente convincentes. 

Los delincuentes digitales han comprendido que el componente psicológico y emocional es tan efectivo como el técnico. Por eso los fraudes ahora simulan empatía, crean urgencia afectiva, construyen perfiles sociales aparentemente reales y manipulan decisiones personales mediante técnicas de ingeniería social. 

El rol de la emoción y la validación digital 

Una de las razones por las que los millennials están siendo tan vulnerables tiene que ver con su relación emocional con lo digital. Para muchos, las redes sociales no son solo canales de comunicación, sino espacios de afirmación, validación e identidad. Esto los lleva a compartir aspectos íntimos de su vida personal en un entorno que no siempre es seguro. 

El estudio de Kaspersky reveló que el 45 % de los millennials prefiere compartir eventos importantes —como rupturas, pérdidas o logros— en redes sociales antes que en sus círculos personales. Esa exposición constante puede ser utilizada por atacantes para construir fraudes personalizados o generar conexiones emocionales falsas. 

A pesar de esto, muchos siguen confiando en la buena voluntad del entorno digital: el 44 % dice confiar en las recomendaciones de su comunidad online, incluso sin corroborar fuentes o identidades. 

El costo emocional y económico de los engaños 

Los fraudes digitales no solo implican pérdidas económicas. También generan afectaciones psicológicas, como estrés, vergüenza, ansiedad o pérdida de confianza en otros. Muchos millennials no denuncian o no buscan ayuda después de haber sido víctimas, por miedo a ser juzgados o considerados ingenuos. 

En promedio, según estudios globales de Kaspersky, una víctima de fraude digital pierde entre USD 150 y USD 3.000, dependiendo del tipo de engaño y del canal usado (transferencias, tarjetas, criptomonedas, etc.). En algunos casos, las víctimas han llegado a compartir datos financieros, imágenes privadas o incluso realizar pagos bajo presión emocional. 

Además, en el caso de los fraudes sentimentales (catfishing), el impacto emocional puede extenderse por meses, afectando relaciones personales, autoestima y bienestar mental. 

Qué hacer: alfabetización emocional y verificación constante 

El estudio plantea una conclusión clave: el conocimiento técnico ya no es suficiente. La nueva ciberseguridad requiere alfabetización emocional, pensamiento crítico y regulación del comportamiento en línea. 

Kaspersky recomienda a los usuarios —millennials o no— adoptar hábitos como: 

  • Verificar antes de confiar: aunque el perfil luzca real, verifica si tiene actividad sostenida, contactos en común y si el comportamiento es coherente. Desconfía si evitan videollamadas o piden salir de la plataforma. 
  • Limitar lo que compartes: no es necesario publicar todo. Cuida especialmente datos como ubicación, rutinas diarias, ingresos, relaciones personales o fotos con información de fondo. 
  • Aprender a decir no: si alguien te pide dinero, acceso remoto o favores digitales sin conocerte físicamente, rompe el contacto. 
  • Proteger tus dispositivos: mantener actualizado el software, usar contraseñas seguras, doble autenticación y herramientas de ciberseguridad como Kaspersky Premium, que incluye protección anti-phishing, bloqueo de rastreadores, administración de contraseñas y cifrado de datos. 

Una generación entre el dominio digital y la vulnerabilidad afectiva 

La paradoja de los millennials es que han sido protagonistas de la transformación digital, pero no necesariamente sus navegantes más seguros. Su familiaridad con las plataformas no siempre va acompañada de hábitos críticos, y su necesidad de conexión puede ser el punto de entrada para ataques emocionalmente manipuladores. 

“Los millennials no necesitan más tecnología. Necesitan desarrollar criterios de uso, aprender a filtrar mejor lo que ven y lo que sienten en línea”, concluyó Mojica. 

La ciberseguridad del futuro no solo se construirá con firewalls y algoritmos, sino con educación emocional, ética digital y una comprensión más profunda de la naturaleza humana detrás de cada clic. 

Facebook
Twitter
Instagram
Whatsapp
LinkedIn