Las consecuencias tanto económicas como sociales del deterioro del planeta llevan a conseguir modelos productivos eficientes e íntegros.
Por: Óscar Sáez, CEO Grupo Softland
Hace algunos años los conceptos de sostenibilidad y desarrollo económico eran disociados y existía una creencia generalizada de que nunca podrían ir de la mano, debido al poco interés de los empresarios en el tema.
Con el paso de los años, la tendencia de hoy sobre tener una mayor conciencia social y medioambiental, ha traído un proceso de transformación hacia nuevos modelos de negocio más sostenibles, no solo con la inclusión de iniciativas de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) sino con el apoyo de objetivos a nivel mundial.
Desde 2015, año en que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicó los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030, las organizaciones, tanto públicas como privadas, han adoptado en su agenda todo tipo de medidas que les permitan contribuir a alcanzar estas metas mundiales que abarcan las tres dimensiones del desarrollo sostenible: el crecimiento económico, la inclusión social y la protección del medio ambiente.
Uno de los nuevos retos a los que nos enfrentamos las compañías es el encontrar y adoptar enfoques empresariales sostenibles y adecuados a nuestra realidad, que puedan aportar no solo a las comunidades sino también a los colaboradores a nivel interno. Por ejemplo, en Softland realizan el Día C+I (creatividad e innovación), un espacio donde más de 700 colaboradores generan ideas accionables que apoyan los ODS primordiales para la empresa.
Los ODS son un mapa que permite a las empresas identificar si su impacto social, económico y medioambiental aporta valor a la sociedad y, en consecuencia, hace que los altos directivos replanteen sus tácticas de negocio, fortaleciendo su reputación y relaciones con los distintos grupos de interés.
Por otro lado, la ONU manifiesta que las iniciativas desde cualquier ámbito deben ser integrales, ya que, para acabar con la pobreza, por ejemplo, se deben promover estrategias que favorezcan una serie de necesidades sociales como la educación, la salud, la protección social y las oportunidades de empleo.
La parte más importante del apoyo a los ODS a nivel empresarial es realmente medir el impacto que las iniciativas incorporadas generan, ya que un estudio llamado From promise to reality: Does business really care about the SDGs? publicado por Price Waterhouse Coopers, basado en el estudio de 729 empresas de seis sectores industriales distintos en un total de 21 países, indica que a pesar de que un 72% de las empresas mencionan los Objetivos en sus informes, solo el 27% los incluye en su estrategia corporativa.
Cada vez tendemos más a comprar valores y no productos y exigimos a las empresas y a los Gobiernos un comportamiento ético, premiando a las empresas que son competitivas en calidad, pero también en valores que son compartidos por la sociedad.
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